jueves, 15 de enero de 2009

Nostalghia



La semana pasada, mientras caminaba por la séptima con una gran sonrisa en la cara (quién no estaría feliz de haberle girado el último cheque de su vida a la Universidad de los Andes), decidí entrar al mercado de contrabando - donde se consiguen zapatos, relojes, medias, cds, esferos, etc- que Gloria me mostró hace ya casi un año. Ahí, en el segundo piso, venden muy buenas películas (de esas que nadie consigue) a muy buen precio. Al principio, como suele pasarme, me negué rotundamente a favorecer la piratería (soy una legalista enferma y desagradable) y miraba con ojos juzgones la actitud de mi amiga, quien se ufanaba de comprar y comprar cine de excelente calidad a tan bajo costo. Mientras ella hacía de las suyas, yo pensaba prepotentemente: "las compraré por Amazon". No obstante, después de darme cuenta de lo verdaderamente ridículo que era mi proceder (o tal vez después de ver lo fácil que mi ética se desvanece frente a maravillas como esta), fue poco el tiempo que me tomó el seguir los pasos de la pequeña little black dress. Entonces, agachando la cabeza, les cuento que en ese lugarsito encontré una bella película llamada "Nostalghia", del director Andrej Tarkovsky. 

Para ser honesta, debo empezar reconociendo que lo único que sabia de Tarkovsky era que había sido uno de los grandes directores de la Unión Soviética, y que había competido en varios premios junto a Godard, Kubrick, Rossie y Pasolini. De ahí en adelante, mi ignorancia era (y es) absoluta. Hasta hoy vi ésta película, que me ha fascinado por completo, y que me ha impulsado a tratar de conseguir más. 

Para filmar Nostalghia, Tarkovsky viajó a Italia y allí se sumergió en el intento de representar la nostalgia como un sentimiento paralizante. No pretendo ahora decir nada inteligente (nada me disgusta más por estos días que los críticos de arte, los críticos de cine, los críticos de cocina, y en general, todos los críticos), solo plasmaré mi opinión de todo el asunto. Para mi, independientemente del tema (que en este tipo de directores puede ser cualquiera, porque lo que realmente importa es la forma en la que narran) del que trata la película, lo más impactante es la imagen misma. Desde el principio hasta el fin, cada imagen esta tejida con filigrana. Cada imagen se fija en la mente, casi como si en vez de un rodaje continuo uno estuviese viendo imágenes individuales en un proyector de diapositivas. El manejo del color dentro del no color (ya parezco el crítico de arte de "conversaciones con mi jardinero"), la sutilidad de la palabra, los tiempos pausados, lo poético y lo ambiguo de la representación misma, y muchas, muchas otras cosas más, hicieron que hoy descubriera una película antes que a un director. Mañana trataré de encontrar al director, de hablar con él, de preguntarle el por qué después de "nostalghia" sigue el "sacrificio"... mañana entonces espero conversar frente a frente con Tarkovsky, y él me dirá qué es lo que tiene de Dostoivsky, de Pushkin, de Chejov,de ruso que sabe narrar para siempre.   

2 comentarios:

  1. Qué conexión tan basta. Yo hoy pasé mi tarde viendo Solaris. Oye, bola, si te llamé ayer!, y te extraño y te quiero.

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  2. que ambigua puede ser la representación...increible como en "imágenes tejidas con filigrana", como dices tu, uno se conozca, se re conozca y se des conozca. si hablas con él, no te olvides de preguntar de donde sale ese carácter tan ruso y tan terriblemente blancoynegruno de dolor en el corazón con valentía.

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