viernes, 13 de febrero de 2009

Una buena excusa para escribir un viernes por la noche: Persépolis.








El año pasado tuve la oportunidad de ver Persépolis. No recuerdo muy bien con quién la vi (perdón con el que esté siendo olvidado de manera tan vil) pero recuerdo muy bien lo maravillada que me sentí desde el principio hasta el final de la película. Escribo hoy sobre ella porque me tocó de muy distintas maneras, y bueno, porque es sin duda una creación formidable, en todos los sentidos. Lo primero que hay que decir es que la película fue hecha por MARJANE SATRAPI en el 2006 (aunque el libro de cómics salió en el 2003), una artista que se dedica a los cómics, y que de paso sea dicho, se niega a sostener que su película es una “novela gráfica”; ese nombre le parece más producto del snobismo del mercado cultural que una condensación adecuada de su trabajo. 

En fin, el caso es que como muchos saben, Marjane es de origen Iraní, y Persépolis es una historia personal, que narra desde un punto de vista muy especial muchas de las cosas que han sucedido en uno de los países que más se ha opuesto a los gringos. La narración comienza en 1974, y va de modo fascinante, desde la infancia hasta la adultez de Satrapi, no solo desde una perspectiva estética, sino también literaria, política y ética. Y bueno, como a mi me gustan todas esas cosas, explicaré un poco el valor que creo que esta obra tiene. Dice la autora (en el discurso que pronunció recibiendo uno de los premios otorgados a la película):

“I didn’t want to make any artistic work that
would only be conceivable by the elite. I wanted people to have access to it”.

Un buen comienzo. Ese es el argumento de Marjane para haber dibujado y no filmado. ¿Por qué bueno? Porque comenzó pensando en que en la cultura visual cinematográfica puede ser a veces muy reducida, en que a veces utilizar un dibujo en vez de una fotografía en movimiento puede abarcar un público más amplio - por ejemplo, los niños-, aunque puede que a veces sea al contrario (solemos pensar que los dibujos y los juegos son cosa de niños, pero no nos damos cuenta de lo fundamental que resultan para configurarnos a nosotros mismos y al contexto que nos rodea). 

Luego, en ese mismo discurso, la autora explica el porqué los personajes tienen esa bella mezcla de dulzura, dramatismo y humor:


“…We do not laugh for the same reasons. 
To me, laughter is the height of the understanding of the other. 
It’s touching the spirit of the other. It’s not like crying, which is an
Instinctive way of expressing oneself. 
Laughter is more complex… 
It’s more of an abstract notion, and to be able to laugh at people is not instinctive at all”

Me gusta eso que dice sobre el humor, sobre la risa. En gran medida es cierto. El humor hace parte de la idiosincrasia de un país, de una región, hace parte de la forma fundamental en la que cada quien concibe el mundo; lo que hace reír a unos puede ofender a otros. Creo que es más valioso – no siempre, pero en general creo que lo es- tener la capacidad reírse de uno mismo y de reconocer el sufrimiento y el fracaso como un nuevo comienzo de algo, en vez de sentarse a llorar y a autoflagelarse. Yo sé que todos los de mi generación tenemos un día que otro ese delirio de poetas malditos, pero en serio, dejémoslo congelado en la nevera, y saquémoslo sólo cuando amanezcamos con ganas de desayunar con el mal gusto en la mesa. De los lamentos llorones de nosotros, los niñitos medio acomodados de nuestra sociedad, no podrá construirse nada. Más bien actuemos, creemos y creamos. 

Pero bueno, no nos desviemos.

 También dice nuestra mujer iraní adicta al cigarrillo que su película tiene también un alto contenido crítico hacia la forma en la que su país ha sido mostrado ante el mundo (cuando leí esas palabras, pensé que se adaptaban perfectamente como crítica a nuestro país, a toda esa payasada de la seguridad democrática, a la triste aceptación del terror como una forma de vida): 

"We’re living in a world of fear. 
We’re in a war against something we don’t know. 
I mean, we call it terrorism. Where are the
Terrorists? Who are the terrorists? They make us believe
That democracy is a color, with which you paint the wall,
and suddenly you have a democracy.
American current policy exterminates all who are not part of the nice people. 
that is strangely similar to a fascist ideology, isn’t ?
Who cares if fifty or a hundred die, after all, they weren’t humans anymore. 
They don’t have parents, children, hopes, and the right
to love and to live. 
Unfortunately, we live in a world, in which we dehumanize other men, 
reducing them to a some abstract concept,
calling them terrorist, fanatics, Muslims, middle eastern-ers, whatever.
My work wants to give a human face 
to this other side of the world that has been seen in a wrong way for the East. I wanted to put faces to the conflict”. 

Por otra parte, quería mencionar otros caracteres de la película que me llaman mucho la atención. El primero de ellos es el hecho de que mas o menos cuando Marji tiene unos 10 años, habla muy frecuentemente con Dios, quien termina siendo un ser bastante parecido a Marx. Recordemos que la familia de la niña tiene una tendencia de izquierda que si bien no descarta la religión dentro de su ideología, si sienta una clara posición hacia el islamismo moderado. Por su forma de pensar, los padres y los tíos de niña terminan presos o asesinados por la dictadura fundamentalista. Cuando veo esta parte de la película, no puedo evitar recordar parte de lo que ha sido mi vida. Claro, yo no nací en un país musulmán, yo no he vivido en una dictadura declarada, yo no me visto obligada a exiliarme, ni mucho menos he terminado de indigente en alguna calle europea. Pero al ver al padre, a la madre o a la abuela de Marji, al ver el espíritu de lucha de su familia y los ideales que guiaban su actuar, no puedo evitar perderme en algunas imágenes de mi niñez, e incluso, de mi presente. No puedo evitar recordar la emoción que me producían las manifestaciones o las marchas del día del trabajo (emoción que se iba después de la primera hora de caminar y detenerme cada 5 minutos dentro del tumulto), no puedo evitar acordarme de cuando a eso de los 8 años soñaba con ser presidente y cambiar el mundo. Como Marji, yo me ponía pañuelos en la cabeza y tenia extraños juegos en los que podía hablar con Mao, Lenin y Marx ( por supuesto, en esa época no sabia lo lejanos que estaban unos de otros, mucho menos estaba enterada de la locura de Mao ni del infortunio de que la URSS cayera en manos de Stalin). Como Marji yo leía historietas, las de mi lado del mundo; leía Mafalda hasta el cansancio, y cuando mi mamá me regaló dos tomos de la sobras completas de Quino, me las leí de cabo a rabo en un santiamén. Creo entonces que parte de mi pensamiento político y ético también se configuró por medio del dibujo, del humor y del juego. 

Hasta ahora no he conocido niños que hayan visto la película (no es que conozca muchos, con excepción de mi hermoso primo de 9 meses y de un par de angelitos de 3 años a los que trato de enseñarles inglés). Sería una buena experiencia hablar con uno para saber que inquietudes le quedaron en la cabeza después de verla. 

Pero so pena de ponerme nostálgica y de seguirme extendiendo, quiero terminar este post con una cita más del discurso de Satrapi:

“I would like to end by saying that I’m not such
A hopeful person, but there is something that I very
Strongly believe in, and that’s education and culture.
It may be that they will not solve all the problems
of the World,
but culture and education give us
the possibility of being less stupid, and you may agree with me that in
Life, it is always better to be less stupid”

De nuevo estoy de acuerdo. Aunque yo si soy optimista, y mucho.

Nota: Los fragmentos del discurso fueron tomados de la revista de Literatura "Literal", volumen 13. Si la quieren ver completa, la dirección online es www.literalmagazine.com. También hay algunos artículos de estética y de literatura cheveres. 





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