miércoles, 18 de marzo de 2009

Descansa en paz, Meira: entre islas, sueños, amores y reencuntros

Debo reconocer que no soy una buena lectora de poesía Colombiana. En una época leía mucho a Jose Asunción Silva, a Julio Flores, a León de Greiff y a Porfirio Barba Jacob, a quienes decidí dejar quietos durante bastantes años; los suficientes para quitarme el delirio de poeta maldito y poder leer poesía sin tener que rasgarme las vestiduras después de eso. 

Pero hace poco, quizá desde hace ya un año, me reconcilié con la literatura, y hace un poco menos, quizá unos 8 meses, hice las paces con la poesía Colombiana. Curiosamente, en ese mismo periodo, tuve enormes discusiones con la filosofía... disputas que hoy en día aún persisten (ya mucho más tranquilas y pausadas, mediadas por la reflexión y la serenidad y no por la pasión y el hastió extremos) pero que ya son capaces de vivir junto al amor que día a día crece frente a la literatura. 

Pero ese no es el caso ahora. 

Lo que quería escribir esta relacionado con un regalo: Hace un par de semanas, encontré entre los libros polvorientos que habitan mi depósito, uno de antología poética colombiana, que algún sujeto enamorado le había regalado a mi mamá por allá en los 80s.  Y ahí, entre muchos autores, me tope con el nombre de Meira Delmar, a quien jamás habia escuchado (por ignorancia y no por falta de importacia). Comencé a leer poemas que venían de un libro y del otro, con la esperanza de poder llegar a cubrir gran parte de su obra. Sin embargo, debido a que mis otras pasiones me atraparon, dejé esta intención tirada en algún rincón de mi cuarto. Lastimosamente, hoy cuando leí El Tiempo, me enteré de que había fallecido en la madrugada. En honor a ella, y a su trayectoria como poeta, quiero publicar algunos de sus escritos. El primero se titula "Muerte mía", y lo pongo, a propósito de su muerte, y de la mía. El segundo es "Corazón", de su libro Verdad del Sueño. El último es sobre el amor, el lino, el viento, los jazmines... de mar, de rió, de sol, de la niña, de Barranquilla...

Muerte mía 
(Del libro Secreta isla) 

La muerte no es quedarme 
con las manos ancladas 
como barcos inútiles 
a mis propias orillas, 
ni tener en los ojos, 
tras la sombra del párpado 
el último paisaje 
hundiéndose en sí mismo. 

La muerte no es sentirme 
fija en la tierra oscura 
mientras mueve la noche 
su gajo de luceros, 
y mueve el mar profundo 
las naves y los peces, 
y el viento mueve estíos, 
otoños, primaveras. 

¡Otra cosa es la muerte! 

Decir tu nombre una 
y otra vez en la niebla 
sin que tornes el rostro 
a mi rostro, es la muerte. 
Y estar de ti lejana 
cuando dices "La tarde 
vuela sobre las rosas 
como un ala de oro". 

La muerte es ir borrando 
caminos de regreso 
y llegar con mis lágrimas 
a un país sin nosotros 
y es saber qué pregunta 
mi corazón en vano 
por tu melancolía 

Otra cosa es la muerte. 
Corazón
(Del libro Verdad del sueño)

Este es mi corazón. Mi enamorado
corazón, delirante todavía.
Un ángel en azul de poesía
le tiene para siempre traspasado.

En él, como en un río sosegado,
el cielo es de cristal y melodía.
Y a su dulce comarca llega el día
con un paso de niño iluminado.

Este es mi corazón. La primavera
que inaugura las rosas, vana fuera
sin su espejo de gozo repetido.

Y vano el tiempo del amor, que mueve
las alas de los sueños, y conmueve
la sangre con su canto sostenido


Romance de Barranquilla
(Del libro Sitio del amor) 

Porque nació frente al alba 
y en el sitio de la brisa, 
le dieron un nombre claro 
de flor o de lluvia fina. 
Un nombre para decirlo 
en medio de la sonrisa, 
enamorados los ojos 
y el corazón: ¡Barranquilla! 
Porque nació frente al alba 
¡y el alba es buena madrina! 

Con lino de sol y sombra 
tejieron años los días 
y una mañana sin nubes 
despertó moza la niña. 

Con los cabellos al viento, 
la dulce piel encendida, 
y el andar sin descanso 
tal aire de gallardía 
que el alma de las palmeras 
arrodillóse vencida... 
Porque nació frente al alba 
¡y el alba es buena madrina! 

Breves jazmines alados 
--casi de luz detenida-- 
crecen con gracia delgada 
cuando sus pasos atisban... 
La tarde cuida su gozo, 
la noche su sueño cuida, 
y ella se viste con seda 
de flores amanecidas 
sobre la cumbre del árbol 
tan solo para vestirla... 

Seda dorada del roble 
con hebras de melodía, 
seda de la acacia roja, 
seda de las campanillas 
que tienen fugaz el aire 
y como el aire palpitan... 
Rodea sus altas sienes 
un vuelo de golondrinas 
y abre jacintos de oro 
su diestra mano clarísima. 
Porque nació frente al alba 
¡Y el alba es buena madrina! 

El mar de gritos azules, 
el mar del habla encendida, 
le trae canciones remotas 
y barcas de otras orillas. 
El río, tenaz viajero, 
con largo asombro la mira, 
y le regala blancura 
de garzas estremecidas 
que suben a la comarca 
donde la estrella se inicia. 
Y el viento pirata, el viento 
de clara estirpe marina, 
le ciñe el talle redondo 
con brazos de lejanía, 
¡y se la lleva consigo 
donde la tierra limita 
con el batir de campanas 
de la triunfal alegría! 

Porque nació frente al alba, 
y porque el alba madrina, 
le dio aquel nombre que pide, 
para decirlo, sonrisa... 
El nombre que puede ser 
de flor o de lluvia fina, 
y que también lleva el Ángel 
de júbilo: ¡Barranquilla! 

.


2 comentarios:

  1. :o que grata sorpresa saber que te gusta Meira Delmar. Post hermoso. Aguante la poesía!

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  2. Meira Delmar... adentro.. fondo ... momento

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